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Donde el grito y la risa se entremezclan

 

Las claves del éxito de un festival que no para de crecer y que, en cada edición, acoge a miles de personas dispuestas a soñar

 

 

El Festival de Cine Fantástico de Bilbao afronta su XXI edición como un chaval con zapatos nuevos. Los años pasan y la ilusión se mantiene en un veterano de las salas del botxo, que ha pasado de celebrarse en un espacio de la biblioteca de Bidebarrieta a escenarios como el Teatro Campos Elíseos, la Alhóndiga o el Guggenheim. En los últimos dos años, el festival ha visto incrementado en un 78% su público asistente y en un 40% su oferta de contenidos, pero para llegar hasta ahí el camino ha sido arduo y largo, o por lo menos largo. 

 

Se puede decir que la esencia del FANT se resume en un nombre propio: Javier G. Romero. En 1993 funda Quatermass, una mítica revista de cine fantástico creada a partir de la ilusión de un niño que se hace mayor, que adora el cine y que siente que existe un vacío que él mismo debe cubrir. Pronto, la publicación se convierte en punto de referencia para muchos aficionados al género. Una especie de biblia sostenida por Romero y cinco discípulos universitarios que este reclutó para terminar creando un verdadero equipo: Ángel Romero, Josu Olano, Aitor Guezuraga, Iñigo Ruiz de Oña y Borja Crespo. 

 

 El siguiente paso surge de la colaboración con el cine-club de Getxo, allá por el año 1994. Motivado por la buena acogida de Quatermass, Javier decide dar un paso más: crear un  certamen de cine fantástico en Bilbao. De esta forma, nace la Semana de Cine Fantástico de Bilbao. Por ella transitaron nombres tan ilustres como los cineastas Paul Naschy, Jesús Franco, Narciso Ibáñez u Óscar Aibar, o cortometrajistas como Jaume Balagueró, Nacho Cerdá, Koldo Serra, Juan Antonio Bayona, Norberto Ramos del Val o Kepa Sojo, todos ellos antes de debutar como cineastas. Las proyecciones tuvieron lugar en la biblioteca de Bidebarrieta, con presupuestos muy modestos y un público muy reducido pero absolutamente fiel. La programación se basaba en rescatar películas de culto y acompañarlas con invitados "de lujo". Así, el certamen fue creciendo hasta dar el salto a los cines Ideales. La multisala se convirtió en un lugar perfecto que recogía la esencia del Bilbao de los 90, con posters medio caídos, humedades en las paredes y un ambiente verdaderamente cinéfilo. A partir de la 6ª edición, el evento pasó a llamarse FANT dando paso a la introducción de cortometrajes en la programación del festival. 

 

Los cines ideales resultaron ser el escenario perfecto

 

 

 

Cine y devoción

 

Uno de los rasgos más importantes del festival es que siempre ha sido gestionado por auténticos devotos del género fantástico. Hoy en día, el núcleo principal del equipo lo forman Eugenio Puerto como director de programación, Asier Guerricaechebarria como responsable de programación y Ana Salas como responsable de la secretaría técnica. Según palabras del mismo Eugenio “el FANT es un festival pequeño que está creciendo, y que tiene un público fiel y agradecido”. El festival, a menudo asociado al género de terror, coquetea también con el thriller, la comedia fantástica o la animación, y constituye así un festival muy completo y que posee una clara seña de identidad. Y es que la programación está cuidada y pensada al detalle: buscan trabajos con tirón y que enganchen desde el primer momento, siempre manteniendo esa identidad que tanto caracteriza al festival.  Al fin y al cabo, la gente del FANT sabe lo que hace. La apuesta por un festival de género es perfectamente consciente, y por ello, ni juegan ni esperan jugar en la liga de los grandes festivales. Y así llevan 20 años de andadura. 

 

El FANT, ni juega ni espera jugar en la liga de los grandes festivales

 

De la selección de las obras se encarga Asier. Para ello, realiza una puntuación de las obras que visualiza y a partir de ahí, establece una nota de corte. Con ayuda de algunos compañeros, se vuelven a visionar los trabajos y se escogen las películas que se programan definitivamente. Dos factores a tener muy en cuenta a la hora de cerrar la programación, son la duración de los cortos y su estilo. Para Asier, uno de los asuntos más complicados es no fiarse completamente de su propio criterio y deducir qué es lo que el público quiere ver. En definitiva, hacer que la sesión sea entretenida. El responsable programación se pega todo el año viendo cortos del género, lo que para él no es un problema. Es lo que tiene la devoción. 

 

Sostenibilidad y reinvención

 

La sostenibilidad del proyecto se explica a través de diferentes variables. Una de ellas es el olfato para detectar qué películas pueden funcionar, incluso antes de ser estrenadas. Además, las sesiones han de ser didácticas, y para ello apuestan por traer, siempre que pueden, a los directores de la obra. El público del FANT es inquieto y el coloquio se torna fundamental. Por ello, los organizadores se vuelcan en tratar bien y mimar al espectador, en mantener viva esa ilusión del que acude cada año al festival con la certeza de que va a ver algo nuevo y sorprendente. Pero el principal ingrediente que hace a cualquier proyecto perdurable en el tiempo es su capacidad de reinvención. El cine, como la vida misma, es algo cambiante y exige amoldarse constantemente. Sin ir más lejos, el año pasado el FANT introdujo una nueva sección que tuvo una gran acogida: los falsos trailers. Cuenta Eugenio como vieron algo parecido en Sitges en el año 2008 y decidieron implementarlo en Bilbao con el paso de los años. Consecuencia: 80 directores presentaron sendas propuestas para la sección. Y no son propuestas que se envían a múltiples festivales, pues es el FANT el único que cuenta con una sección del estilo y son, por lo tanto, exclusivas para el festival local.  

 

Otro elemento que genera expectativas son las secciones de cine extranjero, en las que cada año varían las regiones invitadas, acercando a Bilbao las propuestas más interesantes del planeta. El festival también trata de acercar el género a los más pequeños a través de la sección “Fanteskola”, donde se proyectan películas en euskera y que viene llenando las dos sesiones que se dedican para ello. Uno de los factores más atractivos reside en el equilibrio que se propone a través de recuperar clásicos del género para poder saborearlos en la gran pantalla, además de ofrecer la posibilidad de disfrutar de nuevas creaciones que de otra forma no se podrían disfrutar en una sala de cine. 

 

El caos como forma de vida

 

Durante los ocho días de festival, la vida de Eugenio Puerto se torna caótica. “Duermes tres horas diarias. Al cabo del día pasan muchas cosas y ello implica tener cintura para estar en todos los sitios a la vez. Se vive de un modo muy intenso”, asegura. Y todo ello, para el disfrute del público y de participantes como Miriam Ortega Domínguez y Aritz Bilbao. Para este último, el FANT es “una semana de auténtica diversión”. Ambos insisten en que se trata de un festival perfectamente organizado y que supone un empujón para sus obras. Miriam presentó su corto "Una mierda de slasher" que fue nominado a mejor cortometraje vasco y del que asegura, tuvo muy buena acogida, ya que "tuvo muchos aplausos y la gente se rio y se lo pasó bien". Tras el festival, la obra disfrutó de muy buena crítica en internet y, aunque no recibió ningún premio en el festival, se quedó con la sensación de haber gustado. También confiesa que el FANT le sirvió de trampolín para distribuir la cinta por otros festivales y recibir varios premios. Algo en lo que coincide con Aritz Bilbao, ganador del premio a mejor falso trailer del 2014 con "Clown To Kill", y que atestigua que festivales como el bilbaino son el lugar perfecto para enseñar a otros su trabajo y así darse a conocer. De esta forma, comenta como su "falso trailer" fue proyectado en varias ocasiones por Canal +. "Una oportunidad única. Es una suerte que tengamos un festival así en Bilbao", afirma. 

 

 

"Es una suerte que tengamos un festival así en Bilbao"

 

Todo esto y más se esconde tras el FANT. Un lugar donde el grito y la risa, el miedo y la diversión, se entremezclan en las salas de cine, al igual que en la vida de todas las personas que viven el día a día con la pasión e ilusión de los más pequeños. Así es el FANT y la gente que lo organiza y lo gestiona. Un ser vivo que disfruta del presente más inmediato y que, con la tontería, lleva 20 años estampándonos contra la butaca y situándonos frente a un espejo de fantasía que nos permite vivir en un sueño durante algo más de una semana al año. 

 

 

 

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